Hola a todos.

 

Mi nombre es MRU, tengo cincuenta y cinco años y lo primero que deseo, es agradecer esta iniciativa al promotor de esta página y a las personas que han proporcionado su testimonio, me está sirviendo de gran ayuda, y vuelvo a ella cuando tengo ganas de volver a contactar con mi ex pareja.

De verdad que ha sido para mí un gran alivio poder leer todos estos testimonios, tan parecidos en muchos aspectos a lo que he vivido.

Acabo de romper, después de dos años y medio de relación, y espero que definitivamente, con una mujer dos años menor que yo, y diagnosticada con TLP, por varios profesionales desde hace unos 10 años.

 

COMIENZO DE LA RELACIÓN

Conocí a esta mujer a través de las redes sociales, en concreto de Instagram. Ya hacía varios meses que había contactado con ella esporádicamente, y siempre en público, por Facebook; y en una ocasión, medio en broma, medio en serio, me invitó a que le acompañara a un concierto.

Yo decliné la invitación porque estaba casado y, aunque mi relación estaba rota desde hacía ya varios años (ni dormía ya en la misma habitación desde hacía años con mi mujer, y el cariño se había tornado en discusiones por cualquier mínimo motivo) no procedía en aquel momento.

Unos meses más tarde volví a contactar con ella por Instagram; la verdad, me atraía física e intelectualmente porque expresaba con una profundidad y nitidez extraordinaria sus sentimientos, y eso le hacía todavía más atractiva.

Por sus publicaciones pude ver que había enviudado hacía dos años y medio y muchas de sus publicaciones hablaban del dolor, amor y vacío que sentía tras la muerte de su marido difunto.

Me decidí a quedar con ella a pesar de mi estado civil: comimos, bebimos, enseguida conectamos, parecía que nos conociéramos de toda la vida, el flechazo fue instantáneo por mi parte y esa misma tarde nos besamos y decidimos pasar el domingo juntos.

Yo por aquel entonces conducía una moto, y enseguida se apuntó a hacer una excursión de copiloto, era la mujer ideal.

Lo pasamos en grande, nos hicimos muchas fotos y a la vuelta nos pilló una tormenta y acabamos empapados.

Le ofrecí ir a un piso vacío de mi familia para secarnos y ducharnos… y pasó lo que tenía que pasar.

Sorprendentemente, al día siguiente, cortó de repente el contacto (primer aviso) y sólo mis ruegos, en modo de mensajes y cartas en papel, prometiendo dejar a mi mujer y una nueva vida con ella, hicieron que retomáramos la relación. Me había enamorado como nunca antes.

Al cabo de mes y medio dejé mi casa y a mi mujer, me trasladé a vivir al piso que mencionaba anteriormente, y casi de inmediato, ella empezó a dormir todas las noches conmigo, dejando sólo en casa a su hijo adolescente durante las noches y muchos fines de semana que viajábamos juntos (segundo aviso-se vuelcan completamente en ti, dejando lo demás a un lado en esta primera fase)… .

Viajes, fines de semana juntos maravillosos, pasión y sexo increíbles, largas conversaciones… era la mujer de mi vida. 

 

DESARROLLO DE LA RELACIÓN

Pero ya desde el inicio, y ahora es cuando más te das cuenta, ves que hay cosas que no cuadran en cuanto a sus relaciones personales.

Resulta que su marido había sido maravilloso y el amor de su vida, pero a los seis meses de su muerte repentina, que la había dejado destrozada, ya tenía otra relación y dormía todas las noches en casa de su pareja, dejando a sus dos hijos adolescentes solos y bastante tocados psicológicamente por la muerte de su padre y el casi inmediato encierro posterior por el COVID (apenas unos días después de la muerte).

También me fue contando que durante el año y medio de relación con su ex pareja había roto y vuelto varias veces, siempre, claro está, por culpa de la otra persona.

No obstante, en los primeros meses de relación, que fue intensa, hermosa y un poco loca – motos, rutas en todo terreno, en bici de montaña- (siempre se repite el patrón), hasta llegó a hacerse un tatuaje con el nombre de esa persona, que posteriormente tapó con otro más grande.

 

También que durante su ruptura más larga (tres meses), y antes de volver con él por un último periodo de tres meses, había tenido cuatro «follamigos»-como ella los llamó- o relaciones cortas (algunas de una sola noche, otras de quince días o así…) pero que eso la dejaba un enorme vacío y no volvería nunca más a eso….

También que cuando estaba con esa persona bebían mucho y tenían frecuentes discusiones.

A mí todo esto me abrumó bastante, pero estaba enamorado hasta las trancas y, como todos, supongo, pensaba que conmigo sería distinta la cosa y yo le proporcionaría la estabilidad emocional que le hacía falta.

 

También me fue contando y también me fui dando cuenta por mí mismo, que tenía una relación muy difícil con una madre muy dominante (eso era cierto y lo pude comprobar personalmente) y que en su infancia había estado ausente por motivos laborales, y había sufrido algunos episodios en su adolescencia, relacionados con la sexualidad (la habían intentado violar los de la pandilla de su barrio) sin el apoyo de su madre.

 

Además de esa relación compleja y compulsiva con el otro sexo, hacía compras compulsivas, no de grandes importes, pero de muchas cosas que no necesitaba, y que acumulaba.

Tenía una situación económica holgada entre la pensión de su exmarido y el alquiler de un piso, y, al fin y al cabo, era su dinero.

La relación con sus hijos también era complicada, su hija mayor se había marchado de casa a estudiar fuera huyendo de las inestabilidades y el dolor que le producía el comportamiento de su madre, que muchas veces, además de dejarles solos, cuando volvía estallaba en ira por encontrarse la casa desordenada, o porque le habían cogido sus cosas, ya que con sus cosas era muy maniática… etc.

 

INTENTO CONCILIAR LAS RELACIONES FAMILIARES

Todo esto a mí me desasosegaba mucho porque siempre he sido una persona muy familiar y cariñosa con mi familia, incluso creo que manejé muy bien el divorcio con mi exmujer y, dentro del dolor que supone una decisión así, llegamos a un acuerdo pronto, sobre todo por el bien de nuestras hijas y porque los dos éramos conscientes de que el matrimonio estaba roto desde hacía muchos años.

Desde entonces hemos mantenido una relación cordial y muy flexible en lo que respecta a la custodia de mis dos hijas adolescentes, que están indistintamente con su padre o su madre sin ningún problema.

Por eso, no entendía muy bien las malas relaciones con sus hijos y su madre, y le animaba constantemente a que las mejorara, porque sé de sobra que eso es imprescindible para tener una estabilidad emocional.

De hecho, intenté ganarme a sus hijos y a su madre, pero la verdad es que eran muy poco receptivos, supongo que porque me verían como un intruso o uno más de las relaciones de su madre.

Además, en cuanto empezamos a tener discusiones, ella les contaba todo y montaba dramas en su casa, rompiendo fotos y con ataques de ansiedad delante de ellos, por lo que la relación con su familia se hizo imposible.

Yo jamás les conté nada a mi familia, ni a mis hijas, y de hecho la relación de ella con ellos siempre fue buena, incluso hemos ido de vacaciones con mis hijas y ella ha estado comiendo en casa de mis padres muchas veces.

Hasta tal punto intenté que las cosas fluyeran entre las dos familias, que el primer año de relación, pasamos quince días de vacaciones con nuestros cuatro hijos en un bungalow, en el camping en el que habían veraneado toda la vida, para que se sintieran a gusto y pudieran estar con su cuadrilla…

Mis hijas no lo disfrutaron tanto, claro está…. En fin, hasta compramos una casita antigua en un pueblo cercano a la ciudad donde vivimos porque ella decía que cuando tuviésemos algo común la cosa mejoraría mucho y siempre le habían encantado los trabajos de bricolaje, por lo que aquello era como un campo de trabajo o una terapia para ella.

 

BANDERAS ROJAS DURANTE LA RELACIÓN

No quiero alargarme demasiado, pero desde el principio ya había muchas señales de que su estabilidad emocional era muy precaria y sus relaciones personales tormentosas y compulsivas, pero yo estaba dispuesto a cargar con todo y tenía la convicción de que yo la ayudaría a conseguir la estabilidad que tanto necesitaba.

Pero desde casi el principio, debatir de una manera racional y sosegada era casi imposible.

Cuando algo le incomodaba, incluso sin verbalizarlo muchas veces, se marchaba de mi casa, a veces con mis hijas dentro sin dar ninguna explicación, salía literalmente huyendo….

Luego, muchas veces pedía disculpas, al menos, al principio porque decía sentirse incómoda o desplazada y decía que eran horas o un día que tenía malo de vez en cuando.

Yo intentaba ser super atento con ella para que no se sintiera de lado, incluso estaba con miedo de que cualquier cosa le generara un subidón de esos o un ataque de ira y se fuera.

También siguió bebiendo mucho, yo había sido bebedor esporádico y nunca demasiado, pero con ella, cada vez que salíamos bebíamos mucho, y eso generaba frecuentemente discusiones.

Una vez llegó incluso a tirarse de mi coche en marcha, si bien casi parado, bebida y después de una discusión.

En otra ocasión, y tras una fuerte discusión verbal en la calle tras una noche que bebimos mucho y nos dijimos de todo, me dio tres buenos tortazos (era una persona alta y fuerte, como yo) que no respondí.

Otras veces, cuando yo detenía el coche en un semáforo, si habíamos discutido, se bajaba de repente….

Otra constante era que cuando nos enfadábamos, ella se iba por lo bares sola bebiendo y a veces buscaba emborracharse para ponerme a caldo por WhatsApp.

Claro, yo caía en la provocación y al final también le decía barbaridades….

También era muy habitual, que cada vez que discutíamos, me comparara con su marido difunto, y no sólo eso, sino que muchas veces, para hacerme daño, ponía frases sobre lo mucho que le quería, en sus estados de WhatsApp o en Instagram, acompañado de fotos de él o los dos besándose.

Esto me dolía doblemente porque era público y podía verlo mi familia…

 

COMO ME MENTÍA SOBRE SU EX MARIDO

Luego descubrí, entre meteduras de pata de ella y algo que le sonsaqué, que la relación no había sido tan maravillosa, sobre todo desde su depresión.

Estoy seguro de que su marido era una bella persona porque le perdonó muchas infidelidades, hasta tal punto que durante la última de ellas, y mientras estaban ya haciendo los trámites para divorciarse, por la mañana se acostaba con su nueva pareja y por la noche dormía en su casa con su marido hasta poder trasladarse porque ella era dependiente económicamente y su pareja aún estaba casado… todo esto con conocimiento de su marido….

Supongo que tendría el mismo enganche emocional que yo, sólo que mucho mayor después de una vida en común y dos hijos de por medio.

El caso es que volvieron a hablar y retomaron la relación y parece que la cosa se estabilizó…. hasta que él falleció de repente y ya llegó el caos que os he relatado anteriormente.

En fin, sin ánimo de dilatar mucho más mi relato, la relación evolucionó a que cada vez yo tenía un mayor enganche emocional a pesar de todas estas discusiones, que cada vez se hicieron más frecuentes (cada mes prácticamente había un episodio de este tipo).

A ella ya cualquier cosa le valía para montar una discusión e incendiarlo todo (sobre todo cualquier mínimo contacto con mi exmujer, con la que necesariamente tenía que tratar asuntos económicos o de otra índole en relación con mis hijas) ….

Esto te genera un constante estado de ansiedad por no saber cómo comportarte para no desatar su ira.

 

ME MUDO A VIVIR CON ELLA

En septiembre pasado su hijo también se marchó a estudiar fuera, y por satisfacerle a ella, yo casi me trasladé a vivir a su casa.

Incluso yo había dejado el piso de mi familia y me trasladé a vivir a su barrio, a un piso muy cercano al de ella, en el que convivía con mis hijas cuando estaban conmigo.

Lejos de mejorar la relación, lo que ocurrió es que, en un par de ocasiones, tras una discusión, me tiró mi ropa y cosas a la basura… y pasé por todo ello…

Yo sólo quería estar con ella, y a toda costa. Y ella buscaba cualquier excusa para incendiarlo todo una vez más.

La última gran discusión, por una cuestión menor, hizo que, una vez más bajara al bar a emborracharse sola para poder insultarme a sus anchas a través del WhatsApp.

La bloqueé para no entrar en otra discusión y se presentó en mi casa a las 12:30 de la noche hecha una furia porque decía que quería recoger unas medicinas… que no le hacían falta en realidad.

Yo, muy alterado, le dije que no entrara en casa, que ya se las sacaba yo…, le dio igual, entró en mi habitación y yo la empujé fuera de la habitación y cayó al suelo en dos ocasiones por mis empujones y porque estaba muy borracha.

Por supuesto, yo era un maltratador, un violento y tenía culpa de todos sus sufrimientos. Esto fue hace dos meses.

Yo la supliqué volver, le dije que iríamos a terapia de pareja en pie de igualdad y sin decir que ella era TLP, para que nos enseñaran a comunicarnos sin discutir (al final te hacen sentir culpable).

 

FIN DE LA RELACIÓN

Parece que la cosa se calmaba y poco a poco la relación se tranquilizaba, hasta que, otra vez, y por un tema menor (que me acerqué al tanatorio y al posterior funeral de una tía de mi mujer con la que yo había tenido una relación de muchísimos años) me pidió que recogiera mis cosas y me marchara de su casa.

Todo esto un domingo por la tarde, tras un fin de semana en el que le colmé de atenciones.

Fue la gota que rebosó el vaso. Ya me habían humillado bastante. Y encontré este foro….

Ahora sigo las recomendaciones que David ha subido a su magnífica página para intentar retomar mi vida y mi autoestima e intentar no volver a caer en la tentación de contactarla.

 

Me queda un largo camino que recorrer, pero creo que poco a poco volveré a tomar las riendas de mi vida.

 

MRU.

 

 

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