Hola, David. Ya casi he acabado de leer todo el blog y sus comentarios, finalmente me animé a escribir mi situación para seguir encontrando algo de alivio y respuestas, últimamente me siento como “¿qué demonios pasó?!”

 

INICIO DEL CONTACTO

Conocí a un chico hace aproximadamente 5 años, salimos un par de veces, pero había algo que nada más no me acababa de hacer sentir cómoda, así que luego se algunos comentarios que me parecieron ególatras y narcisistas (en ese momento no sabía que se podía tratar de un trastorno) me alejé sin decir nada y él tampoco volvió a buscarme.

Yo me había olvidado totalmente de él, hasta que a inicios de la pandemia me mandó un mensaje por Facebook. Parecía súper amable y agradable, sus redes sociales reflejaban que le iba bien en la vida, que era feliz, que todo iba de maravilla, incluso dijo que había ido a terapia y ahora estaba mejor.

Decidí volver a hablar con él porque “la gente puede cambiar y hay que darle el beneficio de la duda”, me seguía pareciendo muy atractivo y con eso del aislamiento no estaba nada mal tener alguien más con quien hablar.

Y así fue, comenzamos hablar mucho, todo el tiempo, mensajes de buenos días, buenas noches, ¿cómo estás?, ¿ya comiste?, videollamadas, llamadas todo el día mientras cocinaba, lavaba, limpiaba mi apartamento o incluso mientras trabajaba.

Admito que se me hacía muy extraño, ¿qué él no trabajaba ni tenía nada que hacer?, pero al final cómo estaba aislada viviendo la pandemia encontraba cierto alivio al tener a alguien que estuviera para mi todo el tiempo.

Insisto era muy agradable hablar con él, parecía que teníamos todo en común, a veces él hacía “bromas” de que nos fuéramos al registro civil o qué ya dejara que viviera conmigo, aunque a una parte de mí no le sonaba tan a una broma, obvio nunca lo permití.

 

PRIMER ENCUENTRO

Después de un rato e ignorando toda medida sanitaria nos vimos en mi departamento, el plan era comer algo y ver una película, la realidad es que terminamos teniendo sexo a los 15 min de que llegó, un parte de mí se sintió súper incómoda con esta situación, todo iba muy rápido, pero lo justifiqué pensando que era la enorme “conexión” que teníamos.

Continuamos hablando, nos veíamos poco por la situación, todo parecía increíble hasta que mi tío enfermó de Covid, y yo tuve que cuidarlo. Fue un golpe emocional muy duro para mí, afortunadamente se recuperó sin tener que pisar un hospital y aunque yo estaba feliz también estaba desecha por todo lo que implicó cuidarlo. Durante ese tiempo mi ex supuestamente se preocupó por mi situación e intentaba comprenderme.

Cuando mi tío se recuperó se quedó otro par de meses conmigo, obviamente no iba a permitir visitas en esa situación. Se lo comenté a mi ex, él se molestó mucho, me trató de exagerada, de dramática, de que me dejaba influenciar por eso del virus y que quizás no existía… me impresionó mucho que explotara de esa manera por algo que a mí me parecía tan lógico y natural, ahora sé que era su problema con los límites.

Se podría decir que esa vez “fui detrás de él”, porque todos estábamos sensibles y estresados por la pandemia, ¿verdad?, quizás había sido muy dura, pensé, así que me disculpé ya ni recuerdo porqué, él jamás lo hizo, pero insistía en que, aunque no lo hubiera hecho me iba a volver a buscar.

 

BOMBARDEO DE AMOR Y BANDERAS ROJAS

Luego comencé a notar algunas banderas rojas, que ignoré por estar en medio del bombardeo de amor. Por ejemplo, la primera vez que hablé con su mamá por videollamada él le dijo algo como “Aquí está tu nuera” a lo que su mamá contestó “¿Quién, Verónica?”
Fue un momento muy incómodo, luego me contó que era una mujer unos 15 años mayor que él con la que había salido poco antes de salir conmigo, con la condición de no enamorarse, ella le confesó que se enamoró y él le dejó de hablar sin ninguna explicación.

Después de insistirme mucho para ir a su casa, acepté, me presentó a su familia y ese mismo día me pidió que fuera su novia, lo hizo mientras teníamos sexo, estúpidamente le dije que sí.

Ese fue el inicio de un montón de tormentosas situaciones, no tardó nada en poner en todas las redes sociales que éramos pareja y llenarlas de fotos y halagos hacia mí, a la par comenzarían a llegarme mensajes “anónimos” diciéndome que él era un maldito, infiel que jugaba con las mujeres, mientras que a él le llegaban mensajes reclamándole nuestra relación si ya tenían algo. Claro que yo lo justifiqué por pensar que era muy guapo, que obvio iba a haber gente resentida quejándose, pero al final lo importante era que la novia era yo.

 

PRIMER ESTALLIDO EMOCIONAL

El bombardeo de amor seguía, increíbles, risas, buen sexo, en todo coincidíamos, todo fue perfecto, hasta el día en que me dijo que quería recuperar al perro que había adoptado con su ex.

Yo le expliqué lo mal e incómoda que eso me hacía sentir, se lo dije bien, intentando comprender lo importante que era para él pero que también me comprendiera, pero tan sólo con mencionar “el perro de tu ex” el se irritaba en extremo.

Fue la primera vez que recuerdo que perdió el control, gritos de que no lo comprendía, que estaba siendo injusta y manipuladora, que no entendía lo que el perro significaba para él, que sólo pensaba en mí, que era cruel y poco sensible. Fueron semanas de discusión respecto al tema.

Me asusté y finalmente le dije que ya le había expresado mi opinión y emociones, que confiaba en que tomaría la mejor decisión para él, el perro y nosotros. Unos días después me videollamó mostrándome que ya iba con el perro rumbo a su departamento.

Su mascota fue el principal tema de discusiones horribles por al menos 4 meses. Él no tenía el espacio para tenerlo, ni el dinero para darle de comer, ni el tiempo para cuidarlo, por cuestiones de su supuesto trabajo informal e inestable siempre estaba fuera de la ciudad.

Todo interfería en la relación, pero la culpable era yo por no comprenderlo y apoyarlo, según él yo odiaba al perro y sólo me quería deshacer de él, cuando hasta juguetes, vacunas y comida para ambos le llegué a pagar.

Finalmente tuvo que buscarle otro dueño, ya que, como yo, su familia también se hartó de que no pudiera cuidarlo y de que en varias ocasiones estuvo apunto de lastimar a otros perros y personas. Meses de discusiones, insultos y malos tratos para que un día así de la nada “me diera la razón” y ya no tuviera mascota.

Aún recuerdo el día que me avisó que se llevaban al perro, porque me gritó que era una inútil porque nada de lo que le decía lo hacia sentir mejor respecto a su mascota, como si yo tuviera la obligación de quitarle el dolor. Según el las cosas mejorarían y los pleitos se acabarían cuando el perro se fuera, obviamente no pasó así.

 

CONTINUA LA RELACIÓN

15 días, sólo podíamos durar sin discutir 15 días, luego venía un pleito por algo pequeño o grande pero que siempre adquiría magnitudes terribles y dañinas, mensajes y llamadas hasta altas horas de la madrugada, insultos muy fuertes.

Si estábamos juntos eran golpes en la pared, gritos, muchas veces sentí que era capaz de hacerme daño físico o de desquitarse con mis mascotas (que siempre supo que yo amaba mucho, se llegó a poner celoso de uno de mis gatos en específico), “pláticas” agresivas que duraban toda la noche a pesar de que le decía que descansáramos, que al día siguiente más calmados hablábamos.

Eso lo ponía peor, llegué al punto de tener que correrlo de mi casa a altas horas de la noche, me sentía en peligro, durmiendo con el enemigo en casa, mi casa.

Estas situaciones y la pandemia terminaron por provocarme mucha ansiedad, pero para ese momento se lo atribuía enteramente a la pandemia, volví a buscar su apoyo como cuando supuestamente me lo había dado con mi tío, eso no paso.

Se burló de mí al ponerme así por la situación, cuando le reclamé su actitud todo empeoró, me dijo que lo avergonzaba, que era una exagerada y demasiado sensible, incluso mi mejor amiga tuvo que intervenir y casi exigirle que dejara de contactarme porque estaba realmente mal.

Hubo momentos importantes en mi vida que mi ex terminó arruinando. El primero fue mi examen profesional, unos días antes habíamos discutido por una situación pequeña que llevó a los extremos, le pedí que si tenía esa actitud no se presentara a mi evento, ese día estuvo insistiendo y como yo no le contestaba por estar ocupada con los detalles finales, contacto a una de mis amigas, la cuál también le dijo que respetara mi decisión y no la molestara.

Aún así le di la oportunidad de que se presentara siempre y cuando dejáramos la discusión para otro rato y esa noche la disfrutáramos.

Llegó sin avisar, pensé que iba a respetar el acuerdo y límite que le puse, pero lo primero que me dijo fue que quería hablar conmigo, porque la única manera de que se quedara sería bajo algunas condiciones. Me enojé muchísimo, ni siquiera lo dejé decirme las condiciones, le recordé que ese no era el acuerdo y le pedí que se fuera de mi casa.

La segunda ocasión se trataba de un concurso internacional de divulgación de la ciencia, la presentación era en vivo de manera virtual.

Mi ex llegó a mi departamento casi a mitad del evento, supuestamente para apoyarme, pero explotó en ira supuestamente porque le abrí la puerta de manera muy grosera, me reclamó que sólo me importaba mi evento, que me creía la gran cosa por estar participando pero que en realidad no era nada, me devaluó de todas las maneras posibles, de nuevo le pedí que se retirara de mi casa.

Se fue, pero yo estaba destrozada en llanto y ansiedad. Aún así seguí con mis presentaciones y gané el primer lugar, aunque por dentro estaba totalmente destruida y sin saber que pasaba. El volvió, pensé que para disculparse y celebrar conmigo, aún hoy no sé cómo, pero en vez de pedirme disculpas yo terminé consolándolo e intentando entender su situación, porque dijo que actuó así porque se sentía muy inferior a mí.

Esta es una carta que me escribió unos días después de estos eventos y unos días antes de volver a tener un pleito por una tontería antes de mi cumpleaños, para que luego el día de mi festejo volviera con una enorme sorpresa que según él compensaba los malos ratos que me había hecho pasar.

Para este punto yo ya me sentía loca, todo era tan inestable, o todo era tremendamente malo o todo era tremendamente maravilloso. Ahora leo esta carta y no veo más que una confesión, es como si me gritara por todos lados “¡SOY BORDERLINE!”. ¿Les suena parecido?

Mi confusión era intensa, frente a mi familia era todo un encanto, pero cuando estábamos solos era irreconocible por los niveles de violencia a los que llegaba. Fue por entonces que terminó la relación oficialmente, pero ya era muy tarde, él ya se había convertido en una especie de ángel de la adicción.

Cuando intentaba alejarme él siempre encontraba una manera de contactarme, no sé cuantas cuentas falsas de todas las redes sociales hizo para buscarme, o de cuantos números me mandó mensaje, siempre con la misma promesa de que iba a cambiar, de que me amaba, que por favor volviera, que me diera cuenta de qué yo también era violenta y tóxica, que yo también contribuía a que estuviéramos así.

 

COMIENZO A DUDAR DE MI MISMA

Me dio en una vulnerabilidad muy fuerte, comencé a dudar si en verdad mis actitudes podrían ser esas, yo siempre me he considerado una persona empática y respetuosa, pero lo veía tan mal y tan afectado por ello que definitivamente creí que yo debía estar contribuyendo a eso. Además, si se esforzaba tanto seguramente es porque me amaba demasiado, ¿cierto? Nada más alejado de la realidad.

Le dije que iba a trabajar eso en terapia (en la que yo llevaba ya 4 años porque considero que es tan esencial como la salud física) pero que él también tenía que empezar a ir. Muy a regañadientes lo hizo, incluso yo le conseguí el terapeuta. Creí que eso iba a ayudar a recuperar y reconstruir nuestra relación, pero no fue así. Parecía que mi ex, en vez de encontrar sanación y crecimiento en la terapia, sólo aprendía términos o herramientas para seguir abusando de mí.

Los pleitos cada 15 días seguían y seguían, la intensidad de él bajó, pero algo dentro de mí me decía que no le creyera nada, que no era sincero en su actuar, que sólo era una forma de manipularme para creer que cambió, bajar la guardia y volver a lo mismo de siempre.

Y es que, si no le reconocía las cosas buenas que hacía cada 5 min, con fiesta y todo, se ponía muy mal, decía que nada me llenaba y que entonces no tenía sentido que fuera a las terapias o no valían la pena sus intentos de cambio.

Comencé a contestar de manera agresiva y grosera, de las mismas maneras que él me trataba, como un espejo. El también explotaba y de ahí comenzó a decir que la que envenenaba la relación ahora era yo, que sólo me fijaba en lo malo, que de nada servía que hiciera las cosas bien y tuviera gestos románticos conmigo si sólo recordaba lo malo.

Y, ¿cómo no recordar sólo lo malo si lo bueno venía sólo después de que había una explosión de violencia, insultos, chantajes y manipulaciones?

En ese momento yo me sentí muy mal, yo tóxica, grosera y violenta después de años de terapia buscando herramientas para no serlo o identificarlo y trabajar en ello.

Me deprimí, tenía ansiedad todo el tiempo, perdí mi trabajo y proyectos porque me sentía basura, una hipócrita que iba pregonando la no violencia mientras agredia a un “buen” hombre que quería cambiar a pesar de todo.

Sólo cuando me empecé a sentir así es que recuerdo que mi ex era más constante en sus buenos tratos, en ayudarme, en supuestamente hacerme sentir mejor, hasta se ofreció a irse a vivir conmigo (cosa que nunca permití) y mantenerme (accedí, pero nunca lo hizo, apenas y tenía para vivir él).

Sólo cuando estaba totalmente vulnerable, por no decir miserable, él parecía estar feliz, estable y bien, pero si yo demostraba que me estaba sintiendo mejor, volvían las explosiones. Por ese tiempo también comencé a tener miedos nocturnos, sentía que él se ocultaba en los rincones mas obscuros de mi habitación y que me observaba todo el tiempo, me parecía que lo que había entre nosotros era algo sobrenatural, porque hasta él mismo lo decía, que no podíamos estar bien pero tampoco podíamos dejarnos.

 

EL DESCUBRIMIENTO DEL TLP

Fue más o menos por ese tiempo que lo canalizaron al psiquiatra (que yo también se lo conseguí) y que le diagnosticaron TLP.

Me lo hizo saber por un mail, porque fue durante una de las ocasiones en las que estábamos peleados y lo tenía bloqueado por todos lados, me sentí tan mal de haber podido contribuir a que se sintiera peor, que lo volví a buscar.

Justifiqué todas sus actitudes con el TLP, pensé que ahora todo tenía sentido, que sólo necesitaba comprensión, amor, apoyo, terapias y su medicación para que al fin pudiéramos estar bien. En realidad, nada mejoró, al contrario, ahora el TLP era la justificación para todo.

La violencia fue aún peor, tenía que rogarle porque fuera a terapia o al psiquiatra, que se tomara los medicamentos, que no se alcoholizara. Esto lo desesperaba, decía que sentía que su psiquíatra lo usaba como sujeto de pruebas, que ya no quería ir.

Que se sentía más inteligente que su psicólogo, que siempre lo dejaba callado y así no tenía sentido ir, que no tenía ni tiempo ni dinero para pagar los medicamentos y las terapias, que le habían dicho que no pasaba nada si bebía un poco, que no había interacción con los medicamentos. Para todo había una justificación o un pero.

Era como tratar con un niño pequeño, no podía más, pero cada que eso ocurría él me contaba alguno de los traumas de la niñez, de su vida en general (abusos de todo tipo, maltratos, entorno violento etc.), se victimizaba y yo sentía una tremenda compasión por él, le pedía unos días para descansar y luego ahí iba de nuevo, a ayudarlo y apoyarlo.

Mientras estuve con él me hicieron una cirugía menor, pero claro que no me apoyó, no supe nada de él ni antes, durante o en la recuperación, al contrario, un par de días antes estalló uno de los pleitos intensos desapareció un largo rato mientras yo estaba hospitalizada.

Cuando una de mis mascotas enfermó y necesitaba una cirugía, intentó estar presente, pero cómo él no era el foco de atención, explotaba a cada rato porque yo no valoraba lo suficiente su esfuerzo, eso me hizo más difícil sobrellevar la situación, afortunadamente todo salió bien con mi mascota.

En otra ocasión, salimos de viaje fuera de la ciudad con dos de sus amigos, se alcoholizo y fumó en exceso, le reclamé su actitud tan imprudente y poco considerada conmigo, esa vez casi me agredió físicamente, si no es porque sus amigos estaban ahí y lo detenían.

Él se burlaba diciendo que yo era la loca, que yo era la que estaba humillándose a si misma, que era una ridícula, cuando él era el que arrastraba las palabras y apenas podía mantenerse en pie. Las disculpas después de ese evento incluyeron que se arrodillara ante mí, se abrazara de mis pies y llorara como jamás lo había visto llorar.

Después de eso le había dicho que necesitaba tiempo, para recuperarme de lo que había pasado, porque no podía creer que los niveles de violencia hubieran llegado hasta donde llegaron, que esto estaba muy mal, que no entendía el motivo de su odio hacia mí, que estaba harta de sus disculpas y que si no cambiaba sus conductas no quería volver a saber de él. De alguna manera pareció entenderlo. No recuerdo porque fue que volvimos a recontactar, pero para variar lo hicimos.

 

FIN DE LA RELACIÓN

Luego del evento anterior acordamos paras la Navidad juntos, debido a que él había hecho la promesa de no beber, además de que había supuestamente reconocido su problema con el alcohol, prometió que todo estaría tranquilo, obviamente eso no sucedió.

A pesar de que le había pedido que no hubiera ni gota de alcohol ese día, mientras hacíamos las compras me terminó convenciendo de que compráramos algo sólo para brindar, realmente parecía tan convencido y comprometido con cumplir su promesa, que terminé por acceder, gran error.

Terminó acabándose toda la botella de alcohol él solo y a mis espaldas, al parecer cada que se levantaba al baño o a la cocina estuvo bebiendo. Sólo me di cuenta hasta que yo fui a servirme una segunda copa y ya no quedaba nada, ni de la botella que compramos, ni de un vino que estábamos guardando para el día siguiente.

Obviamente lo confronté, esta vez no se puso violento, pero en su estado etílico negaba haber bebido, negaba estar borracho y tomo una actitud sumamente hostigadora conmigo que estuvo a punto de darme un ataque de ansiedad.

Pasé otros dos días en su casa, en los que se supone que hablamos sobe su actitud de la noche anterior, de nuevo aceptó su error, su adicción y prometió atenderse.
Luego de eso le dije que necesitaba pensar si quería y podía lidiar con su trastorno. Que necesitaba que dejáramos de hablar.

Al principio todo bien, dejamos de hablar y un día reapareció diciéndome que necesitaba un tiempo de contacto 0 conmigo, que estábamos siendo muy tóxicos, que ya nos habíamos hecho mucho daño pero que por ahí del 14 de febrero quizás me hablaría para salir, no para regresar ni hablar de regresar “sólo para pasarla rico” pero que tampoco me quedara esperando, que yo siguiera con mi vida que el seguiría con la suya.

Al principio me mostré tranquila y le dije que ok, que estaba bien, pero después me molesté mucho de qué él apareciera haciéndome ver cómo que yo también era la “loca tóxica” que no dejaba ir las cosas y que también había hecho daño, cuando el de las adicciones, las actitudes violentas y manipuladoras era él, y yo no hacía más que perdonarlo una y otra vez, creyendo en sus promesas de mejorar y cambiar.

Le dije que me molestaba su actitud y le di a entender que yo ya había seguido con mi vida, a lo qué el enfureció y enloqueció totalmente (esto fue todo por whatsapp) me reclamó que como le podía haber sido infiel (llevábamos meses sin tener nada formal y se lo dije), que a pesar de no ser nada formal teníamos algo y que yo había mandado al diablo todo eso.

Le reclamé de algunos indicios de que ya estaba viendo a alguien más, que claramente él ya había decidido seguir con su vida o ya lo estaba haciendo y que por mí estaba bien, pero que no me reclamara por hacer lo mismo que él. Terminó explotando aún más.

Me insulto de las maneras más horribles y bajas que jamás había oído, además de decir que era muy sensible, exagerada, que estaba loca, que la tóxica era yo, que era una aburrida, que yo me lo perdía, que él se iba a curar y me iba a perder del maravilloso hombre que es y montón de cosas así.

Yo ya no le contesté de manera agresiva, sólo le dije que no me molestaba ser sensible, que si quien había abusado de él sexualmente hubiera sido más sensible quizás ahora no tendría TLP, que me daba mucha lástima porque su enemigo era su propia mente y que eso ya no podría cambiar nunca.

Los últimos mensajes qué recibí de él fueron repetidos “cállate, cállate” y de ahí se podría decir que él empezó el contacto 0. Yo lo bloqueé de las redes, pero me resultaba curioso que de whatsapp no me tenía bloqueada.

 

DESPUES DE LA RUPTURA

El no hablar con él me puso muy mal, que las cosas se hubieran terminado de la manera en que se terminaron me hacía sentir fatal. Me sentía sumamente culpable por hablarle de la forma en que le hablé, por haberle hecho entender cosas que no eran ciertas, porque finalmente era una persona trastornada que merecía respeto y comprensión.

Sí, en ese momento sentí mucha compasión y lastima por él.

Me aterraba pensar que yo fuera la responsable de que le pasara algo. Además, sentía mucha ansiedad, ya que me habían llegado rumores de que al parecer estaba saliendo con una chica también TLP, comencé a temer que yo fuera el problema, me empecé a hacer historias de que con ella sí sería el novio ideal y perfecto que fue conmigo al inicio.

A diario me moría de ansiedad por hablarle, por disculparme y dejar las cosas en paz con él.

 

EL RECONTACTO

Todo fue a raíz de un concierto en el que los dos topamos, yo iba con un amigo y él estaba repartiendo publicidad a fuera del centro de espectáculos con una chica, a la que llamó cariño, yo no hice mucho caso, ¿total ya no era mi problema verdad?, pero ese detalle como muchos otros que fui descubriendo, fueron mostrándome como siendo o no pareja nunca me fue fiel.

Fue una buena noche, me divertí, aunque de a ratos me llegaba el pensamiento de “ojalá estuviera aquí, quizá la pasaríamos bien”, ese pensamiento fue el que me hizo que al día siguiente le escribiera un SMS diciéndole que no sabía porque me guardaba tanto rencor y que lo disculpaba por todo, pensé que no me contestaría, y eso fue lo que me dio la seguridad de hablar, lamentablemente sí me contestó.

Pude alejarme, pero quise comprobar todo lo que ya había leído sobre los TLP, los TNP, etc. Palabra por palabra y texto por texto lo hice.

Cómo ya me había dicho antes David, mi ex TLP estaba en descontrol total.

Luego de que volvimos a charlar, me contó que en el concierto al que yo fui con mi amigo, él terminó borracho y casi se agarra a golpes con un desconocido, que no se acordaba de gran cosa.

De ahí resultó que me dijera que supuestamente tenía Trastorno Disociativo de la personalidad, según él tenía 3 personalidades, Dante, Jack y Santos. Incluso me contó la historia de cada uno de ellos, supuestamente Jack estaba enamorado de mí.

Supuestamente, hubo momentos en que con quien hablaba y estaba era él, cuando todo estaba bien y en calma, luego mi ex se enojó por ese “enamoramiento” y entró en crisis.

De nuevo los pleitos, aunque esta vez parecían de menor magnitud, como si se tratara de la calma antes de la tormenta. Fuimos a un concierto fuera de la ciudad, prometió no beber, que sería tiempo sólo para nosotros.

Terminó llegando su “mejor amigo” (del que a veces habla pestes) con el que no me llevo bien, le hice saber que ese no era el trato, pero que aun así disfrutaría el concierto. Otra crisis en medio de la música, terminó bebiendo, terminé intentando sacarlo de esa crisis, supuestamente le dio porque lo estaba ignorando, porque estaba en mis ondas.

Otra crisis de regreso en el carro de su amigo, ahora por un supuesto comentario fuera de lugar que hice, otro rato más haciéndolo salir de la crisis en la que me volvió a insultar de sobremanera.

Bajamos a comer algo, todo bien, aunque todos estamos pasados de copas, entro 2 min al baño antes de irnos, salgo y ya estaba a punto de golpear a un sujeto. Su amigo me pide calmarlo y meterlo al auto, lo hago, resulta que ahora no es él, es Dante su personalidad más violenta y agresiva que se encarga de cuidarlo, me insulta de sobre manera, pero logro calmarlo.

Llegamos a mi casa y él se derrumba en la banqueta, está en crisis de nuevo, dice que no recuerda nada de lo qué pasó, que tiene miedo y que quiere recuperar su vida. Incluso un transeúnte me pregunta si todo está bien, si yo estoy bien, le digo que sí y calmo a mi ex que apenas se puede mantener en pie o dejar de llorar.

Otro tiempo de aparente calma, se disculpa, se muestra arrepentido, dice que quiere estar bien y ser normal, que quiere que lo ayude, que reconstruyamos lo que teníamos, al día siguiente explota porque le digo que no voy a sacar un préstamo para poner un negocio juntos, que está demasiado inestable para llevar algo así y de nuevo insultos, maltrato… todo por escrito. Me bloquea de todos lados y ya no hago nada por buscarle.

Unos días después me llama en la madrugada una de sus personalidades, Jack. Me pide ayuda porque mi ex perdió el control, se emborracho, se fue con un motociclista a quien sabe dónde (literal no sabía dónde estaban) y al parecer irrumpió en propiedad ajena porque había un candado roto.

Hago lo mejor que puedo para tranquilizarlo, al parecer durante toda esa noche hablé con Jack y con Dante.

El segundo incluso se disculpa conmigo y dice “quererme” luego de que días atrás mi ex dijera que muchas de las veces en que me agredió, insultó o maltrató no era él, era Dante. Para mí todo esto de las personalidades múltiples ya era el colmo, ya era una muestra clave de su desequilibrio mental extremo o de su manipulación y mentiras extremas.

Cómo sea, me pongo en contacto con su familia y su mejor amigo diciéndoles la situación y que yo no puedo hacer más, que lo cuiden y apoyen porque su TLP se está saliendo de control. Al día siguiente me informan que está bien, que volvió con bien a casa y él me dice que gracias por ayudarlo. Este es el mensaje que me envío.

Pasa otro par de días, mi ex me marca y me dice que me habla para despedirse que quiere iniciar desde 0 su vida, y eso implica empezar con personas nuevas que no sepan que tiene TLP. Le digo que eso no hará que el TLP desaparezca, pero que respeto su decisión, que me gustaría despedirme en persona, dice que no está seguro de eso, pero que lo pensará y me avisa.

Nos vemos un domingo, platicamos, le entregué unas cosas que tenía que darle desde hace tiempo, de repente ya me estaba hablando de reconstruir y reparar de nuevo, de la despedida nada. Colapsa, me pide ayuda y apoyo para poder ir al especialista, para poder ir a rehabilitación por el tema del alcohol, insiste en que quiere una vida normal, tranquila y en paz conmigo.

Le digo que eso de estar juntos es tema para después, que lo primero es que se sienta mejor y se estabilice, que cuando logre eso hablaremos de nosotros. A pesar de eso tenemos uno de esos momentos agradables que termina con nosotros en la cama. Realmente parecía que había un compromiso, uno que implicaba su mejora, en ese momento no sabía lo equivocada que estaba.

El resto de la semana pasa “normal”, de hecho ahora que lo recuerdo era demasiado normal, no había mensajes ni llamadas constantes, de vez en cuando alguno para decirme que se sentía mal, que la estaba pasando mal, aún así rechazo mis propuestas de vernos para distraerse o para ver lo de su nuevo tratamiento. El sábado me enteré del porqué de sus reacciones.

Resulta que durante toda esa semana y quizás las tres anteriores, mi ex me había puesto “a prueba”, porque al parecer había conocido a una chica y que los dos se querían ver. Que él estaba tentado a decirle a ella que estaba conmigo, pero que estaba muy confundido.

Me recriminó haber salido con alguien una de las ocasiones en las que no teníamos contacto, hasta me mandó su perfil de Instagram mostrando que ambos nos seguíamos, sigo sin tener idea de como es que se podía enterar de las cosas que hacía o dejaba de hacer si desde hace suficiente tiempo lo tenía bloqueado en las redes.

En esa última conversación yo exploté ante tan enorme y clara manipulación, primero quiso manejar la situación haciendo ver que se sentía muy mal por lo que me había hecho, porque no me hacía feliz, porque me había lastimado y perdido, al no caer en su juego, fue cuando me reveló lo de la persona que conoció.

Para ese punto, la forma en que me dijo las cosas fue terriblemente cruel, quizás ahora no ocupó insultos, pero busco en cada una de mis vulnerabilidades para comparar a su nueva víctima conmigo y hacerme ver que ella era mejor que yo.

En la semana en que todo parecía ir tranquilo me compartió una canción, que el día final me restregó que le había dedicado a ella, pero que también quería que la oyera yo para que supiera cómo se sentía por ella, porque ella lo llenaba, porque con ella no sería como fue conmigo, que con ella iba a cambiar, ser mejor, básicamente que con ella sería y haría todo lo que conmigo no fue ni pudo ser.

A pesar de que para este punto yo ya sabía que esto iba a pasar, porque era lo último que faltaba que hiciera, obviamente me sentí mal, así que le dije sus verdades y ahí se acabó de caer toda la máscara.

Habló de como en realidad no quería mejorar, de que todas las veces que me lo dijo sólo fue por temor al abandono, aceptó haber manipulado, mentido, haber estado con otras personas, al fin todo me hacía sentido.

Me di cuenta de que aunque yo sufriera y le reprochara todo ese sufrimiento, le quitara la máscara, lo pusiera en la cuerda floja, lo pusiera entre la espada y la pared, la realidad es que nunca nada funcionó o funcionará.

Siempre me dejaba con la palabra en la boca, siempre me volteaba las cosas. No le interesaba en lo más mínimo lo que yo dijera o pensara. Sólo quería deshacerse de mí.

Le dije que por mí estaba bien, que se fuera con ella que me quedaba claro que estaba fuera de control y que era un comportamiento típico de TLP, que me dejara en paz. Pasaron unos días y volvió a tratar en contactarme, lo ignoré. Hablé con su familia pidiéndoles de favor que lo controlaran para que me dejara en paz, hablando con ellos me di cuenta de muchas mentiras que él me había dicho.

Luego de eso volvió a contactarme, sólo para restregarme su nuevo “amor”, le volví a recordar que eso no era amor, que era su trastornada mente, que yo no quería su trastornado amor y que me dejara en paz. Cabe resaltar que él había dicho que no iría corriendo a los brazos de la nueva chica y de repente ya me estaba enviando capturas de como se llamaban por teléfono etc etc…

 

POST RUPTURA

Todavía hay días en que me asaltan las dudas sobre si con ella será diferente, si a ella la tratará bien, será y le dará lo que a mí no. Creo que en su momento de mayor crisis busca un escape, ya sea alcohol, drogas o “amor” Pero si ya me esperaba esto, si entiendo eso, ¿por qué me siento tan inestable?

A veces me siento súper liberada y segura de que al fin todo se acabó, otras amanezco ansiosa, incluso sueño que sigo discutiendo con él, la sensación de que en cualquier momento puede llegarme un mensaje o puede volver tanto me aterra como me da esperanzas.

En este momento estoy segura de haber llegado al punto de no retorno, ya no siento ni el más mínimo impulso de hablarle, sé que si vuelve fácilmente ignoraré sus mensajes o llamadas, pero aún así sigo sin poder sacarlo completamente de mi mente, aún sigo incrédula de que todo lo que relaté aquí de verdad haya pasado.

A diario me repito mentalmente que al fin se acabó, que ya no va a haber más noches de desvelos por discusiones, que ya no habrá mas incertidumbre sobre todo lo que rodea si vida o lo que tiene que ver con él, que al fin se acabó la inestabilidad, ya no más locura.

Aún me siento tremendamente cansada, como si todo el sueño y energía que perdí en el tiempo que pasé con él me estuviera pasando factura, pero cada día es un poco menos, sé que en algún momento volveré a ser yo y todo esto quedará como una mala anécdota del pasado.

Sólo puedo finalizar diciendo que tener una relación con un TLP es la peor experiencia que he tenido en la vida, quizás el infierno es un lugar más agradable.

Nada, absolutamente nada va a mejorar o cambiar, puedes ser la Madre Teresa, el Papa, el mismo Dios y aún así nunca encontrarás paz, tranquilidad o estabilidad en una relación así.

Lo mejor que se puede hacer es huir lo antes posible, huir lejos y no mirar atrás.

 

 

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