Hola, me llamo Rudolf.
Por fin he encontrado un sitio que me explica lo que he vivido. Quería dejaros mi experiencia por si sirve para seguir completando los testimonios y puede ayudar a alguien más.
Tras una relación de un año con una chica he tenido que cortar con ella y bloquearla de todos lados porque ya no podía más con la ansiedad. Estoy en Contacto Cero dos meses y aun así todavía me siento súper enganchado.
COMIENZO DE LA RELACIÓN
Al principio me entró halagándome. No me conocía de nada, por eso sus adulaciones hasta me rechinaban. Que si era el chico más especial que había conocido, que le encantaba todo de mí, que me admiraba a más no poder, que era el mejor haciendo esto o aquello. Y en la cama igual, que si no había sentido algo así nunca por alguien, que si era lo más, etc. El sexo era tan intenso, abundante y llegó tan rápido, que enseguida accedí a empezar una relación estable.
Luego comenzó una fase de mensajes a diario, de venir conmigo a todos sitios, de estar siempre súper disponible y de imaginarnos casándonos, con hijos…
Todo genial, aunque seguía con la mosca en la oreja porque también casi al principio me había hablado de traumas muy duros durante su infancia, de la disfuncionalidad de su familia, de que sufría de autoestima baja y a veces de inestabilidad emocional por las hormonas.
A medida que pasó el tiempo, me di cuenta de que estaba en guerra con todo el mundo. Criticaba con crueldad a miembros de su familia, compañeros de trabajo, supuestos amigos, ex parejas… parecía que el mundo estaba en su contra. Y ella se mostraba a veces arrogante e implacable y otras veces como una niña indefensa.
Por supuesto, quise ayudarla y llevarle toda la alegría que podía, hacerle ver el lado bueno de las cosas y animarla en esos momentos. Pero tanto se repetía que al final me volvía a casa agotado, lleno de negatividad.
Entonces, por fin, ella se mostraba contenta.
LA MONTAÑA RUSA
Siguió pasando el tiempo, y como nunca me presentó a sus amigos, la llevaba yo con los míos. Entonces halagaba a alguno de ellos y a mí me hacía el vacío. O de repente expresaba mi opinión sobre algo y se ponía en mi contra sin ni siquiera importarle el tema, o me ridiculizaba delante de los colegas, o estallaba por algo ofendidísima que supuestamente yo había dicho o hecho.
Me empecé a sentir mal por ello, así que decidí dejar de ir tanto con los amigos. Y ella tan a gusto. Notaba que ella estaba feliz de que estuviéramos en una burbuja sólo los dos, así que lo acepté.
Mis amigos empezaron a decirme que me veían raro, ya que yo normalmente soy muy social, y me estaban viendo cambiado.
A todo esto, cada tres semanas o un mes explotaba alguna discusión por cosas menores, o inexistentes… Tan fuertes eran esas explosiones que tenía la sensación de que iban a suponer el fin de la relación.
Tratamientos de silencio, distanciamiento, frialdad… Así que tenía incluso la sensación de que mi cuerpo se preparaba para empezar el duelo. Entonces aparecía como si nada y acabábamos en la cama.
A todo esto, los días transcurrían, y los buenos momentos se mezclaban con estas explosiones y con algunas cosas raras. De repente soltaba alguna opinión sobre drogas, prostitución o delincuencia que me dejaban bloqueado, porque ni parecían bromas ni estaban en contexto y solían ser muy crudas.
También empezaron las bromas sobre defectos físicos míos o sobre cosas que antes le encantaban de mí, pero que ahora parecían producirle un tedio mortal.
Al mismo tiempo me hablaba de los problemas psicológicos de su ex, de que la perseguía y de que llevaba años acosándola y de que no sabía cómo quitárselo de encima…
El tiempo seguía pasando y aunque siempre había una parte de mí que estaba en alerta, quería confiar en ella y no pecar de exagerado. Al fin y al cabo, también había momentos buenos y cuando ella quería, podía ser muy divertida y mordaz.
Estas críticas hacia mí en modo broma fueron en aumento, también alusiones a posibles amigos que se empezaban a interesar por ella y mensajes ambiguos sobre ellos. También tenía la sensación de que siempre que me pasaba algo malo, o fallaba o fracasaba en algo, ella se alegraba.
LA CONFRONTO
La ansiedad iba creciendo así que un día decidí confrontar la situación y hablar con ella. Cuando le dije que me había dado cuenta de que teníamos una relación tóxica, y que yo me sentía cada vez más inseguro y pequeño, ella se volvió muy agresiva, incluso hubo un momento que pensé que me iba a golpear.
Y cuando le expresé lo mal que me sentía por todas estas cosas, le dio la vuelta a la tortilla y aseguró que todo eran reacciones naturales hacia comportamientos previos míos.
Desde ese día, me di cuenta de que cada vez que teníamos algún conflicto todo era culpa mía o de otros. Era tan exagerado que a veces parecía hasta cómica esta capacidad de giro mortal que hacía con su lógica para poner la culpa fuera de ella.
Empecé a sufrir de insomnio y a somatizar. La última discusión fue una ensalada de reproches y desprecios hacia mí, algunos de los cuales se referían a cosas que nunca habían pasado (es como si estuviera hablando de otra persona), y yo ya estaba tan exhausto que terminé ni por contestar.
CONSIGO CORTAR LA RELACIÓN
Después me propuso una reconciliación en la cama. Me negué y a los días junté fuerzas y corté la relación sin aceptar vernos cara a cara.
A pesar de que la relación con ella no me ayudaba a ser mejor persona, sino todo lo contrario, me desestabilizaba y no me daba ninguna paz ni seguridad, me ha costado muchísimo dejarla y me está siendo difícil quitármela de la cabeza.
Hay una parte de mí que me pide volver a verla, pero otra desde el primer día me ha advertido y me ha dicho que esta persona era altamente peligrosa. He decidido darle más poder a esa otra voz y aguantar alejado.
Gracias David por crear este espacio en el que podemos informarnos y entender qué ha pasado.
MI EVOLUCIÓN DESDE EL CONTACTO 0
Hola de nuevo, tras escribir la entrada contando mi experiencia, decidí hacer un diario sobre mi evolución durante el contacto cero que quiero resumir y compartir, por si puede ayudar a alguien que esté pasando ahora por ahí.
Tengo que decir que mantener el contacto cero ha sido de las cosas más difíciles que he hecho en mi vida:
Dos primeras semanas >
Apenas pude dormir. Estaba crítico. Me sentía destrozado, desorientado y confuso.
Dos primeros meses >
Fueron los peores. Tras las 2 primeras semanas empezó el síndrome de abstinencia.
Constante sensación de vacío, de que nada me llenaba, de enorme nostalgia por los momentos buenos de la relación.
Dudaba todo el rato de si todo había sido una alucinación mía, si estaba inventándomelo o si había desechado a una persona buena de manera injusta.
Mucha ansiedad y necesidad de volver a estar con ella. Imposible concentrarme en nada, sólo tenía en la cabeza la ruptura.
Y a nivel sexual ni que decir… constantes flashbacks y anhelos de volver a acostarme con ella, aunque fuera sólo una vez más.
Estaba seguro de que nunca iba a encontrar a nadie tan intensa.
Tuve tentaciones de buscar a otras chicas para quitarme el ‘mono sexual’ pero entendí que no era la solución porque había riesgo de compararlas y después sentir más anhelo aún por la persona tóxica o de, directamente, acumular más carga de vacío y eso era lo último que necesitaba.
Para aguantar este período el único camino que encontré fue el de apretar los dientes y cuando me llegaba el tirón, intentaba dirigir la atención hacia otra cosa.
Hacía mucho deporte para agotarme y poder descansar. Mis amigos fueron muy importantes. Aguantaron mis constantes cambios de humor, mi irritabilidad, tristezas, euforias efímeras…
El poder contarles una y otra vez lo que me pasó y que ellos me escucharan pacientemente, aunque no lo entendieran, fue otra clave para no acabar corriendo a tirarme una vez más en brazos de la persona tóxica.
Aquí todavía no le ves sentido a lo que estás haciendo. ¿Por qué no desbloquear? A lo mejor podemos tener una conversación y arreglarlo.
Sería genial que todo hubiera sido un malentendido. Son los auto engaños que te haces a ti mismo. Aunque te parezca que estás sufriendo tontamente, aquí es vital aguantar.
También me ayudó mucho dirigir mi atención a la dependencia que sentía, a la adicción. Que estaba enganchado era algo real que no podía negar, no eran imaginaciones mías y sabía que si había enganche no podía haber amor verdadero y sí toxicidad.
En esta etapa empecé a ser consciente de las heridas que me había causado la relación.
Ojo, porque no te das cuentas de qué profundo ha sido el daño hasta un tiempo después de haber cortado.
Es como un gusano dentro de una manzana. Desde fuera parece deliciosa y sana, pero por dentro está siendo devorada día tras día sin que un observador externo pueda percatarse de nada.
Tercer mes >
Empecé a tener algunos momentos de serenidad. Luego, volvían todas las sensaciones anteriores y aunque seguían siendo muy fuertes podía manejarlas un poco mejor.
Empiezas a ser más consciente, estás un poco más fortalecido y puedes salir antes del bucle de pensamientos.
Aun así, no te puedes confiar, porque un día estás bien y al siguiente vuelves a estar mal. Pero ya empiezas a entender el bien que te está haciendo el contacto cero.
Cuarto mes >
A veces te sientes tan orgulloso de lo que estás haciendo que te sorprende. No sólo dejas de desear encontrarte por casualidad a la persona toxica, sino que prevés lo que haga falta para no encontrártela.
Ya entrevés la libertad que te espera al final del camino y no estás dispuesto a perder todo el trabajo y esfuerzo que llevas realizado.
Sigues teniendo flashbacks y añorando los momentos buenos, pero ahora conoces el precio que suponían esas migajas.
Eres más consciente de lo enganchado que estás y un sentimiento de autocuidado aflora. Es tu autoestima.
No ha llegado el Hoovering, y espero que nunca lo haga. Aun así, tengo cuidado y me mentalizo por si sucede un encuentro casual.
A estas alturas emocionalmente sigo muy tocado y no sé hasta qué punto me afectaría un nuevo contacto por lo que prefiero no tentar a la suerte y apostar por mí. El duelo sigue su curso.
Quinto mes >
Empiezas a considerar lo que pasó como algo que pertenece al pasado.
Te preguntas cómo pudiste aguantar tanto tiempo con alguien así y te centras más en construir lo que está por venir que en rememorar lo que pasó.
Notas que tu energía empieza a dirigirse más al futuro que al pasado. Entiendes que sólo debes “ofrecerte” a alguien que realmente te merezca.
A veces todavía llegan flash-backs, pero afectan cada vez menos. Vuelven a surgir proyectos que te motivan y te vuelves a reconocer a ti mismo. Aunque me siento mucho mejor, tengo mucho cuidado por mantener todos los puentes cerrados.
Creo que una conversación o un encuentro casual podría hacerme retroceder mucho de lo andado y que lo mejor es sacar a esa persona definitivamente de mi vida hasta que llegue “realmente” el momento de que no signifique nada para mí.
Sigo tachando días en el calendario porque sé que cada día que pasa es una victoria y un día menos que falta para superar definitivamente esta mala experiencia.
Mucho ánimo a todos los que estáis andando este camino que sin duda es el que tenemos que transitar para recuperarnos y renacer.